Hambre by Roxane Gay

autor:Roxane Gay [Gay, Roxane]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-01T00:00:00+00:00

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Hacer dieta no me resulta en absoluto desconocido. Comprendo que, en general, para perder peso lo que necesitas es comer menos y moverte más. Yo puedo hacer dieta con bastante éxito durante meses enteros. Restrinjo las calorías y hago un seguimiento de todo lo que como. Cuando empecé a hacer dieta bajo la supervisión de mis padres, lo hacía utilizando diarios de papel. En esta era moderna, utilizo una aplicación de móvil. Reconozco que, a pesar de lo que quieran hacerme creer ciertos anuncios de métodos para perder peso, no puedo comer todo lo que quiero. Y esta es una de las crueldades de nuestra obsesión cultural con la pérdida de peso. Se supone que debemos restringir lo que comemos al tiempo que damos rienda suelta a la fantasía de que, en efecto, podemos darnos el gusto de comer cuanto queramos. Es exasperante. Cuando estás tratando de perder peso, no puedes tener todo lo que quieres. De hecho, ese es el objetivo. Es probable que tener todo cuanto quieras contribuya a un aumento de peso. Hacer dieta requiere privaciones, y es más fácil cuando todos aceptan esta verdad. Cada vez que hago dieta trato de enfrentarme a esta verdad, pero no me sale muy bien.

Siempre llega un momento cuando estoy perdiendo peso en el que mi cuerpo se encuentra mejor. Respiro con más facilidad. Me muevo mejor. Siento que me hago más pequeña y más fuerte. La ropa empieza a deslizarse por mi cuerpo como debería y luego pasa a estar holgada. Me entra pánico. Comienzo a angustiarme de que mi cuerpo se pueda volver más vulnerable a medida que se hace más pequeño. Empiezo a imaginarme todas las formas en las que podrían hacerme daño. Empiezo a recordar todas las veces que me han hecho daño.

También saboreo la esperanza. Saboreo la idea de tener más donde elegir cuando voy a comprar ropa, la idea de caber en los asientos de los restaurantes, cines o salas de espera. Saboreo la idea de entrar en una sala abarrotada o caminar por el centro comercial sin que la gente clave la vista en mí y me señale y comente. Saboreo la idea de ir a comprar comida sin que personas desconocidas saquen de mi carrito los productos que reprueban o me ofrezcan consejos nutricionales que yo no he solicitado. Saboreo la idea de estar libre de la realidad de vivir en un cuerpo con sobrepeso. Saboreo la idea de estar libre.

Y entonces me preocupa estar adelantándome a los acontecimientos. Me preocupa no ser capaz de seguir comiendo mejor, hacer más ejercicio, cuidarme. Inevitablemente, tropiezo y a continuación caigo, y entonces pierdo el sabor de ser libre. Pierdo el sabor de la esperanza. Me baja la moral, me siento un fracaso. Siento un hambre voraz y trato de satisfacerla de un modo capaz de deshacer todo el progreso logrado. Y entonces me entra todavía más hambre.

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